lunes, 20 de agosto de 2007

Reflejo de una decepción en el frio marmol de Narita












Banda Sonora Recomendada
Keen On Boys
The Radio Department




Hiroko abrió los ojos. No lograba encontrar el enfoque con facilidad, como con una de esas Minoltas antiguas.
Sus manos entrelazadas, intentaban separarse sin mucho éxito, su cerebro aún aletargado, le costaba diferenciar cual era la mano izquierda de la derecha. Después de una lucha neuronal pudo llevarse la mano a sus ojos y ayudar a su antigua “Minolta” a diferenciar y perfilar aquellos espectros de formas y luces que pasaban frente a ella.

Se pregunto cuanto tiempo llevaría dormida y con un mezcla de culpa y de la misma satisfacción que tiene un niño al haber dormido durante horas una siesta, comenzó a girar su cabeza hacia un lado y otro para situarse en el escenario.

La megafonía del aeropuerto Internacional de Narita en Tokyo le situó, además de recordarle que estaba prohibido fumar en las zonas no autorizadas del aeropuerto. Hiroko se decía a si misma: “¿Por qué esta tía me tiene que repetir siempre lo mismo? , que no fumo ¡! Le gritaba internamente mirando hacia el techo del hall de llegadas .
En el panel de vuelos se anunciaba la inminente llegada del vuelo de American Airlines número 403, con el consecuente desembarco de jubilados yanquis ansiosos de devorar los resquicios y migajas de la cultura japonesa , eso si, embotellada en prácticos packs y etiquetados con el sello de “sugar free”.

Hiroko era terriblemente crítica con el turismo, Watanabe su abuelo, que había estado en la guerra, veía todavía a los occidentales como invasores. Los padres y tíos de Hiroko le explicaban que eran turistas y que venían a conocer nuestra cultura, pero a él no le cabía en la cabeza que en dos semanas se pudiera entender , asimilar y aceptar una cultura construida y forjada durante más de 20 siglos, y en consecuencia, la única intención “real” de los turistas decía, era la de invadir y saquear. Sus hijos nunca intentaron convencerle, seguramente por el respeto que se tiene en este país a la gente mayor, pero su pequeña Hiroko comprendió lo que el abuelo decía, una tarde de compras con su madre en Shinjoku, cuando vio la inauguración del primer Mc Donalds en Tokyo y aunque no siempre pensaba como su abuelo, se podía decir, que tubo que saltar generacionalmente a sus padres para acuñar las palabras del viejo sobre este asunto.

Puso en movimiento sus diminutos pies y se acerco a la barandilla que separa las puertas del hall de llegadas, cosa que le encantaba y además recordó con su recuperada lucidez que era viernes, el día con más trajín en el aeropuerto. Esto sucedía un par de veces al año y era para ella como esas efemérides esperadas por los pueblos que se recibían con gran expectación. Lo que realmente le gustaba no era que los días 10 coincidieran en viernes, sino que por delante de la barandilla encontraba “abrazos” algo tan poco japonés; Esposa esperando a su marido de negocios en Korea , Padres abrazándose a sus hijas que venían de Nagasaki de visitar a sus abuelos, Chica deseosa de escuchar las primeras experiencias sexuales de su hermana en Londres y choferes esperando con cartelitos y guantes blancos a occidentales hambrientos de hacer nuevos negocios, o como diría el abuelo de saquearnos un poco más . Todo aquella suma incontrolable de emociones le hacía viajar hacia un mundo irreal y efímero pero aun siendo consciente de ello se inyectaba su dosis, transformándose así cada día más en una adicta.
No era nada fácil no fijarse en Hiroko. Su piel blanca y fina transmitan como material radiante, luz por los cuatro costados. Su pelo largo y negro azabache le llegaba hasta su fina cintura y sus pechos pequeños pero firmes como dos ciruelas verdes, habían llevado de cabeza a algunos de los habituales transeúntes del hall de llegadas .

Uno de ellos era Tooru que trabaja en el mostrador de la oficina de alquiler de coches más famosa del mundo ( invasores!! como diría el abuelo) y que se fijo en Hiroko hacia bastante tiempo. Siempre que la veía se las ingeniaba con uno de sus compinches de la oficina, para escaparse y acercarse a ella. Consciente de lo ridículo de su uniforme se quito como de costumbre el sueter rojo y se precipito hacia ella .
-Hola Hiroko.
-Hola …
-Tooru , ya te has olvidado .-Le comento con tristeza.
-No, no claro que me acuerdo de ti lo que ocurre es que estoy dormida.-Se apresuro a decir con la única intención de devolverle la simpática y fresca sonrisa.
-Oye quería comentarte , bueno … que si eh …
Mientras Tooru temblaba como nunca lo había echo a consecuencia de su inevitable oferta de quedar con ella, Hiroko no paraba de alargar el cuello y mirar entre la gente desesperándose por no encontrar lo que estaba buscando .
-Oye Tooru. -Interrumpiendo al chico que se había perdido buscando la palabra adecuada para consolidar el ataque tan mal ejecutado.
-¿Tienes hora ?
-Si claro son las 8,15 . –Y Tooru se sintío satisfecho, porque era la primera cosa que le había pedido en todos sus fugazes encuentros y a simple vista parecía que había logrado estar a la altura de la chica de los pechos como ciruelas verdes.
-No!!! , otra vez , no . -Grito Hiroko
-Lo siento, eh …. me tengo que marchar .
-Tooru me llamo Tooru .Pero ella ya no podía escucharle , estaba corriendo corredor abajo sin dirección clara .
Hiroko se paro delante de los displays que anunciaban la llegada de todos los vuelos. Las plaquetas no paraban de girar y actualizar línea tras línea toda la información.Se estaba empezando a marear de tanta cifra, letra y caracteres occidental y cuando se detuvo empezó a susurrar :L780 , L780, L780 … hasta que lo encontró y entonces se puso las manos en la cabeza y se derrumbo cayéndose de rodillas en el frio suelo de mármol. Vio que el vuelo había aterrizado dos horas antes.

Mientras sus frías rodillas estaban cogiendo un tono azulado por el contacto con el noble material, tuvo un atisbo de mejora de la situación, cuando llego a la premonición del equipaje .
-Claro el equipaje ¡!!!! Ha perdido el equipaje .

Se levanto y empezó a correr pasillo abajo, luego giro a la derecha, subió unas escaleras mecánicas, giro el Starbucks a la derecha, paso por enfrente de los lavabos y se acordó que no se había aseado. Entro en lavabo se lavo la cara, se quito el sueter de punto de la escuela, se desabrocho la camisa, se puso las manos en los pechos e hizo el intento de subírselos hacia arriba. Se aseo y se puso desodorante de roll-on y finalmente se maquillo con austeridad, excepto en los labios, a los que le dedico casi diez minutos en perfilar.
Ahora sí, continuó su carrera por los pasillos del inmenso aeropuerto de Narita hasta llegar al mostrador de reclamación de equipajes de la compañía Bristish Airways. No había nadie en la cola, e Hiroko empezó a pensar que su pronóstico sobre el equipaje se diluía en un mar de certezas:

-El vuelo ha llegado
-Yo no le he visto
-No ha perdido el equipaje

-Quizás él pensó en que no vendría a buscarle y ha decidido en coger un taxi hasta Shibuya .
-No puede ser. -Se dijo resignada a si misma.


Mientras, en el mostrador de equipajes , Yschan observa a Hiroko, que le recordaba a su hija Myo, que debía tener la misma edad que ella. Piensa en que debería ir fuera y hablar con ella y darle un abrazo, el abrazo que no supo dar a su hija en vida. El tiempo se detiene y en el frio mármol del aeropuerto se refleja el cuerpo de Hiroko de rodillas y ya llorando.

En ese mismo instante Yschan coge el teléfono y hace una llamada .
-Servicios Sociales…, Le llamo de Bristish Airways en Narita .
-Dígame.
-Hoy es día 10 e Hiroko a llegado como de costumbre.
-Por favor envíen una ambulancia .